Tenía por aquel entonces unos diez u once años. Las clases habían llegado a su fin y se celebraba, como todos los años, una fiesta fin de curso.
Por primera vez, al menos que yo lo recuerde, se podía ir disfrazado a la fiesta. Claro, os podéis imaginar el revuelo que había en el colegio, con todos los niños pensando de qué iban a ir disfrazados. No era obligatorio ir disfrazado, pero a tenor del jolgorio pre-
festivo, parecía casi un sacrilegio no hacerlo.
Así que durante varios días estuve tanteando a mis padres la posibilidad de que me compraran un disfraz. No importaba de que fuese, de Zorro, de Superman, hasta de bailarina hubiese aceptado.
El hecho es que se fue acercando la fecha y mi disfraz no llegaba. El mismo día asumí con resignación que iría a la fiesta sin disfraz. Supongo que mi error estuvo en no decirle a mis padres la ilusión que me hacía ir disfrazado.
Mi tía Conchi, que era la que nos iba a llevar a la fiesta, debió percibir en mi gesto cierta desilusión y antes de partir me cogió de la mano y me subió a su casa.
- Vamos a ver si encontramos algo con qué disfrazarte. Los disfraces artesanales son los mejores. Ya verás que guapo vas.
Así, estuvo un rato buscando en un armario. Sacó, finalmente, un pantalón vaquero de campana y una camisa de cuadros, tipo leñador. Me mojó el pelo y me echó bote y medio de laca.
- Ahí está mi Jonh Travolta, me dijo....
Me miré en el espejo y sonreí. Joder, parecía estar viendo bolas de luces a mi alrededor y mis pies parecían querer bailar. Realmente me sentía dentro de una discoteca siendo el foco de atención.
No os podéis imaginar el trayecto que hice desde mi casa hasta la fiesta. Miraba a todo el mundo esperando que ellos hicieran lo mismo. Deseaba que todos supiesen que yo era Jonh Travolta. Joder, cuando llegase a la fiesta, todos iban a quedar con la boca abierta....
Así que llegué a la fiesta. Y de los doscientos niños que había disfrazados, yo sólo vi a mi amigo Adrián. Iba espectacular, con un traje de cuero negro, una camisa blanca con los cuellos subidos y el pelo con tupé engominado. Creo que llevaba hasta botas de punta negras.
Me vió y vino a saludarme.
- Hola Enrique, voy de Jonh Travolta en fiebre del sábado noche, ¿y tú?
Dios, no puede ser.....
- Yo no voy disfrazado, acerté a contestar.....
Creo que desde ese día, odio el carnaval....
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6 comentarios:
Que hondos quedan grabados algunos momentos de nuestra niñez, tanto buenos como decepcionantes...
Yo más que odiar el Carnaval, odiaria a John Travolta, que a fin de cuentas ha resultado ser más aburrido.
Algunos sucesos de nuestra vida nos dejan muy marcados, para bien o para mal... Si yo les contara... Pero si quieres, para superar tu "trauma" te invito a ti, y a todos los que participan en tu mundo virtual, a vivir el primer fin de semana de carnaval de la calle, del carnaval de Santa Cruz de Tenerife. 200.000 personas DISFRAZADAS en las calles de la capital, con los disfraces mas surrealistas... Es espectacular y vale la pena. Este año, el mejor disfraz para mi, fue el de un grupo de jóvenes que llevaban delante del cuerpo y a modo de escudo un circulo gigante de color plata; como adorno en la cara, cada uno de ellos llevaba un parche en un ojo. Resultado de la combinación: Cds Piratas.
Irene
Gracias por visitar mi espacio virtulal.
Todos tenemos recuerdos de nuestra niñez que nos dejan marcados a veces para siempre, como dice "anónimo", para bien o para mal.
Me gusta tu blog, lo voy a poner en mi sección de favoritos.
Desde México, un saludo.
A mi, para ser sincera no me gustaban los disfraces de hecho de niña me causaba mucho problema traer uno puesto. Sólo recuerdo en una ocasión cuando la mamá de una de mis amigas me disfrazó de bruja con unas cuantas cosas que encontró: unos tacones enoooormes y los cabellos alborotados, para salir a pedir dulces en día de muertos, esa fue una linda experiencia.
un abrazo
Joer, que desilusión
Nooooo , imagino lo que sentirías !
No me gustan los difraces !
Un abrazo !
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