sábado, 5 de abril de 2008

Sebastian Romero (3)

Hace días que no duermo bien. El sábado me levanté a las dos de la madrugada con ganas de leer un rato, así que me fui al Bob Hornest un pub que hay debajo de mi casa a releer a mi querida Anna Karénina de Tolstoi. Me senté en una mesa que, curiosamente, estaba vacía, aunque el pub estaba a reventar de gente fumando, bebiendo y bailando sin parar. Parece ser que era la fiesta de no se que marca de wisky.
No se por qué extraña razón cuando estoy rodeado de humo y de gente y el ruido es ensordecedor mi grado de concentración aumenta exponencialmente. Tolstoi se merece eso y más.
Me propuse leer por séptima vez el libro y empecé con entusiasmo.El comienzo no puede ser mejor: “Las familias felices son todas iguales: las infelices lo son cada una a su manera.” Me encanta Anna Karenina yo creo que porque me siento identificado con alguno de sus personajes. Sobre todo con la paranoia mental de Levin, ese individuo que teniendo lo que muchos ansían, busca la felicidad sin encontrarla.

Estaba enfrascado de lleno en la lectura cuando me atacó un espécimen a caballo entre un búfalo y un oso hormiguero. De su cuerpo lo único destacable era lo mal posicionados que estaban todos sus apéndices. La nariz era de boxeador retirado. Las tetas le golpeaban las rodillas y su culo era chato. Estaba maquillada de manera horrenda, llevaba una falda corta que dejaba asomar dos piernas gordas y cortas con unos gemelos que para si los quisiese Pantani. Se acercó a mi y su rancia halitosis de alcohol y tabaco me hizo retroceder en mi silla.

- Deja de perder el tiempo leyendo y ven a divertirte con nosotros – me dijo enseñando los pocos dientes que tenía sanos y señalando a dos seres parecidos a dos hombres que, observándonos, nos saludaban en la distancia.

Los hombres, uno delgado y pequeño, borracho como una cuba, con un pitillo apagado en los labios y el otro un poco más alto pero igualmente borracho parecían disputarse el trofeo, que en un principio era morrearse con la susodicha y cuyo final prefería no imaginar, a riesgo de vomitar allí mismo.

- Haga usted el favor de dejarme en paz y lárguese a la ciénaga de la que nunca debió salir- la espanté de un bufido.

No pude concentrarme más en el puto libro, así que me fui del pub. Una vez en la cama recordé la frase de Tolstoi: Esos tres personajes eran unos seres infelices, a su manera, pero lo eran. Lo más desconcertante de todo, es que yo no encontré ningún motivo en mi existencia que indicara que mi vida era más feliz que la de ellos.

40 comentarios:

Anónimo dijo...

En la existencia de todos hay algún motivo para ser feliz, de alguna u otra manera, solo se necesita optimismo. Saludos y abrazos

JENNY dijo...

Cuando recordamos algo agradable somos felices, por eso todos tenemos un momento de felicidad en nuestra vida, no crees. Un abrazo desde Morelia.

SOMMER dijo...

HOla Jorge, Hola Jenny, no creo que este tal Sebastian tenga demasiados motivos para reir. En todo caso, seguro que muchos de sus problemas están en su cabeza.

Abrazos españoles

Anónimo dijo...

Este Sebastian nos hace pasar del odio a la tristeza y a la sonrisa en cuestión de segundos. Parece mentira, pero a veces este singular personaje piensa con claridad...quizá sean esos momentos de lucidez los que lo hacen infeliz.
Besos.

Jeanne dijo...

Era tarde y la noche había sido un completo desastre...

Mike, mi ex, se había pasado por mi casa, con la excusa tonta de recoger unos discos que necesitaba para su programa de radio nocturno.

Y claro, una vez allí, paso lo que tenía que pasar, y a pesar de que me había jurado a mi misma no volver a caer, es difícil resistirse a un sinvergüenza como Mike.

Necesitábamos tabaco, mejor dicho, yo lo necesitaba, asi que le propuse tomar una copa en un pub situado a dos manzanas de mi apartamento.

Llegamos al Bob Hornest sobre las 3 de la madrugada y nos costó encontrar sitio ya que estaba a reventar por la fiesta Glenfiddich.

Yo odio el whisky, así que pedí un vodka con kiwi, mientras que Mike atacaba su clásica cerveza. Ya me estaba arrepintiendo de todo lo sucedido, de haberme acostado con ese imbécil, de estar en ese pub atestado de borrachos...

Fue entonces, cuando entre la marabunta móvil, una figura estática se filtró a través de las sombras.

Estaba solo, sentado en una mesa y leía un grueso volumen.

Parecía llegado de otro planeta, descolocado, perdido, desenfocado.

De repente, se levantó, cogió su libro y se dirigió a la salida....cuando pasó a mi lado, me miró y noté un viento helado que salía de sus preciosos ojos...

Han pasado meses, no he vuelto a ver a Mike, pero sin embargo no he olvidado los ojos del hombre solitario que leía a Tolstoi de madrugada.

Armida Leticia dijo...

Sebastián Romero, ya lo extrañaba, definitivamente es un amargado, él mismo lo dice al final, no sabe si es mas infeliz él que los otros desdichados.

SOMMER dijo...

Hola Lúcida. Pues si, quizá el problea que tiene Sebastian es que es más inteligente de lo que nosotros creemos, y en esos momentos de lucidez mental es cuando se derrumba.
Gracias por estar siempre por aquí.

Besos

SOMMER dijo...

Hola Jeanne. Muchas gracias por hacer una historia paralela a la de Sebastian. Eso la hace mucho más creible y nos hace tener una visión distinta.

Abrazos

SOMMER dijo...

Hola Armida Leticia...No se que tiene ese Sebastian Romero, pero cuando no sabes de él, lo extrañas y cuando conoces algo más de su vida, lo aborreces.

Abrazos españoles

Turkita dijo...

mmmm definitivamente a Sebastian le hace falta pensar menos...


no se ...digo yo....


besitos

SOMMER dijo...

Hola Turka. Yo no estoy tan seguro de que Sebastián no deba pensar. Es más, creo que cada vez que piensa nos transmite algo.

Yo voto porque siga pensando.

abrazos

Turkita dijo...

dije..."Sebastian debe pensar menos"
no que deje de pensar...



tambien creo que debe leer con mas calma...jajjajaja

Dulciblue dijo...

Muy interesante tu historia...

Muy gracioso el que el ruido te haga concentrar mejor. Por otro lado siempre en la vida aparecen tres mosqueteros como los que mencionas...

Un gran beso!

SOMMER dijo...

Hola Dulciblue, gracias por tus comentarios.
Yo creo que esos tres, tenían de todo menos de mosqueteros. Si acaso, moscones.

Abrazos españoles

Turulato dijo...

¡Pues hombre!. Por lo que voy leyendo, creo que tus artículos están muy bien escritos. No como los de Turulato, que son un exabrupto.
Como dices, dicen, cada uno describimos la infelicidad de una manera.

SOMMER dijo...

Turulato ¡¡¡¡ que alegría y que honor. Gracias por tus comentarios.

Abrazos

Anónimo dijo...

Yo me enamoré de un Sebastián Romero... La historia no tuvo un final feliz.
Irene.

Eva dijo...

Me ha gustado descubrir a este Sebastian Romero. Le seguiré la pista porque me da que promete.

celebrador dijo...

Es simple, no hace falta ningún Leon Tolstoi para es:

Cuando yo me siento bien... pues yo estoy bien

Cuando yo me siento mal... pues yo estoy mal

Nada importa lo que esté pasando o dejando de pasar, el sentir no entiende de razonamientos

Hisae dijo...

Muy buena historia la de este Sebastián.
Un abrazo.

SOMMER dijo...

Hola Irene, mal compañero de viaje te has buscado, creo yo.
No obstante con Sebastián Romero, seguro que no te aburrías
Abrazos

SOMMER dijo...

Hola Eva, un placer volver a verte por aquí. La verdad es que este Sebastián parece majete, aunque un poco rarito si que es el jodido.

Besos

SOMMER dijo...

Tienes razón Celebrador, yo creo que a este Sebastián le sobran unos cuantos caballos de potencia.

Abrazos

SOMMER dijo...

Hola Mario, sinceramente a mi también me cae simpático este individuo. No se que tiene, pero me gusta...
Tal vez me sienta identificado...

Anónimo dijo...

Hola de nuevo, no sé si fue un sueño o es que yo estuve ese mismo día en el pub que habla Sebastian,porque no hace mucho bailé al lado de tres individuos muy semejantes a los que describes en tu historia.ja ja!!!
Besitos a todos.

Oshidori dijo...

Que te interrumpan cuando lees a Tolstoi en el pub es francamente intolerable.
Un abrazo

SOMMER dijo...

Hola Julieta, no tengo ni idea. Habrá que preguntárselo a Sebastian.
Besos

SOMMER dijo...

Hola Oshidori.
Estoy contigo. Hay cosas que son absolutamente intolerables.

Abrazos

Lola Bertrand dijo...

He estado dando un repaso a tu blog y me ha parecido muy interesante, vi el video del padre con el hijo en brazos y... lo cierto que está cargado de emoción.
Gracias por tu visita a mi Blog de fotos.
Abrazos de mar.
Lola

Anónimo dijo...

Hola!Gracias por estrenar mi blog,pero lanzarme para mi es un tira y afloja sin saber muy bien que hacer, en fin...Soy nueva en esto y no lo domino mucho¿Eres de Asturias? Un beso =)

Anónimo dijo...

Hola!Gracias por estrenar mi blog,pero lanzarme para mi es un tira y afloja sin saber muy bien que hacer, en fin...Soy nueva en esto y no lo domino mucho¿Eres de Asturias? Un beso =)

SOMMER dijo...

Hola Lola, gracias por venir a mi mundo. Puedes entrar sin llamar, siempre que quieras.
Abrazos astures

SOMMER dijo...

Hola Mer, bienvenida al mundo blogspot. Me ha gustado tu blog, así que sigue así.
Si, soy asturiano, aunque lo más importante en este mundillo en el que nos movemos es que no hay fronteras.
He hecho amigos colombianos, venezonalos, cubanos, mexicanos.... etc...
Aquí nadie es de ningún sitio y somos de todos al mismo tiempo.
Abrazos astures

Rolando Escaró dijo...

cada quien percibe al mundo a su manera. a veces, la mejor forma de encontrarnos con la soledad es en medio de mucha gente

Nohelia dijo...

Es tu odisea.... y eso es un juego, que juegas sin saber por qué lo juegas.

Un bechito!!!

SOMMER dijo...

Hola Digler, bienvenido a mi mundo. Dices bien,a veces la soledad se encuentra rodeado de gente.

Abrazos españoles

SOMMER dijo...

Hola Nohelia, más que mi odisea es la de Sebastián Romero, aunque a veces (sólo a veces) me pueda sentir identificado con él.

Abrazos

Silvia dijo...

La verdad es que ya echaba de menos al bueno de Sebastián y sus rarezas.
Un abrazo

SOMMER dijo...

Hola Silvia, a mi me pasaba como a ti. Este Sebastián se hace querer...

Abrazos

Anna dijo...

"Todas las familias felices se asemejan, cada familia infeliz lo es a su manera".

Me recordaste el libro todas las familias felices de Carlos Fuentes, y al buscarlo y releer, allí estaba también...

Al empezar el libro antes de su lectura pone esa cita como introducción.