... y uno no sabe si esos cambios son a mejor o a peor. Dicen que los niños ahora son mucho más inteligentes que lo fuimos nosotros y seguro que lo mismo decían de nosotros con respecto a nuestros padres. Claro, ahora crecen en la era de la globalización y el mundo de la tecnología. Cualquier niño sabe perfectamente programar un DVD sin mirar el libro de instrucciones, manejan el ordenador con pericia, la PSP y la Play Station. Acostumbrados están a que la comida se caliente en el microondas y después los platos vayan al lavavajillas. La pizza al horno y la televisión con DVD y TDT integrada se maneja a través del mando a distancia. Para ellos usar teléfono móvil con navegador incorporado y cámara de fotos digital es normal y conectarse a Internet algo indispensable.
Sin embargo hay cosas que van a peor. Ahora ven a Sin Chan un niño grosero, maleducado y descarado en lugar de ver a Coco explicar las diferencias entre lejos y cerca en Barrio Sésamo. Qué me decís de Don Pinpón, ese personaje gordinflón, afable, cariñoso que acompañaba nuestras tardes de invierno.
Ahora juegan a la Play o a la PSP en lugar de jugar a Ojo de buey, cuchillo o Tijera, al escondite, al pilla pilla. Joder, os acordáis si te pillaban lo único que tenías que decir era “eh eh, que hay que pillar, con tocar no vale” o “jolín que me has agarrado muy fuerte, no vale”, ahí se demostraba cuanto de importante eras en la pandilla.
Ahora un niño se siente importante si consigue tener más juguetes que los amigos y lo más importante es que no puedan jugar con ellos. Lo importante es que sus amigos los vean, pero ojo, que ni se les ocurra tocarlos, los juguetes se han inventado para que juegue sólo el propietario... hay que joderse.
En mi época un niño se sentía importante si conseguía llegar a la base antes de que lo descubriesen y gritaba ¡por mi! Y ya eras el rey de la pandilla si en lugar de decir eso decías ¡por mi y por todos mis compañeros! Joder, yo me sentía un héroe, todos me miraban con admiración y por un momento era el rey.
Cuantas tardes hemos pasado jugando a la pelota en la calle. Jugábamos a “declaro la guerra” ¿os acordáis? “declaro la guerra a mi peor enemigo que es:¡¡¡¡¡¡Italia¡¡¡¡¡ Balón al aire y todos a correr menos el Italiano que tenía que pillar la pelota...
En fin, que todo parece que avanza muy rápido, pero a un ritmo demasiado acelerado.
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4 comentarios:
Si que cambian si... y es una pena. Ahora no hay juguete que no lleve un microchip incorporado, cuando antes el mejor regalo de reyes era una bici. Ahora nuestros hijos serán más inteligentes, dicen, pero están perdiendo algunos valores por el camino. Tienen traumas en el colegio y te llama el psicólogo ... cuantos cachetes psicológicos me ha dado mi madre por contestar!!!
Yo el juego que mejor recuerdo es el elástico o la goma... y cuando salieron de colores, dios mio que novedad!!!
Ahora en Internet puedes ver algún capítulo de Barrio Sésamo, pero intenta sentar un niño delante... se aburre como una ostra mientras tú miras con la boca abierta... y entonces piensas, joder, si que cambian los tiempo, si.
Llevas rázón Lúcida, ahora no hay niños traviesos, sino niños "hiperactivos", cuando en mi época te quitaban la hiperactividad de un grito en el mejor de los casos o de una ostia en la mayoría.
Y me parece que pocos o ninguno crecimos traumatizados....
¿Y quién/quiénes es/son el/los culpable/s de que tengamos niños tecnológicos? Quizá sea el momento de hacer un análisis de conciencia por parte de los padres. No olvidemos que, para que en nuestros tiempos jugásemos a ojo de buey, a la goma elástica, al escondite... nuestros padres estaban horas y horas sentados en un banco en el parque de turno, más aburridos que una ostra y, en el mejor de los casos, aguantando a los padres pedorros de nuestros compañeros de juegos.
¿No nos resultma más cómodo enchufarles ahora a una psp mientras nosotros, recién llegados del trabajo, hacemos tareas distintas a dedicarles tiempo a nuestros hijos? No nos engañemos: el dvd, psp,y todas las siglas que se os ocurran, nos resultan comodísimos. Hacer puzles, construir el tente o el exin castillos (¿se escribía así?), jugar a indios y vaqueros con ellos o darle el biberón al nenuco de turno es un auténtico coñazo.
Asumamos las consecuencias, que nosotros somos los adultos.
La pena de todo esto, es que nos tenemos que subir obligatoriamente al carro, porque si a nuestros hijos intentamos inculcarles que se pueden divertir de otra manera, serán mirados de forma extraña por sus compañeros, que les dirán que son unos bichos raros, por no tener PSP, nintendo DS, Wii, y todo lo demás que tengan a bien inventar los chinos (o los japoneses).
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