martes, 30 de junio de 2009

Kalle Blomkvist de los cojones

Hace algo más de un mes empecé con cierto recelo, pues no soy amigo de grandes best-seller, la trilogía de Milenium. Unos pocos días después estoy pensando en tatuarme un dragón en el hombro, ponerme un piercing en el labio y en la nariz y comprarme una pistola eléctrica.
Entre medias, hacerme haker, follarme a todo lo que se mueva y ganar una pasta por hacer poco en el culo del mundo.

He devorado los dos primeros libros y llevo camino de hacer lo mismo con el tercero. Por el camino, he visto la película.

Ya lo dice la Salander: "Kalle Blomkvist de los cojones"...

miércoles, 17 de junio de 2009

Tenacidad

- ¿Otra vez flores, Fabian?
- ¿No te gustan?
- Sabes que me encantan
- Entonces, ¿dónde está el problema?
- Por enésima vez: tienes dieciséis años y yo cuarenta y dos. Yo estoy felizmente casada y tu deberías pensar en jugar al fútbol en lugar de tratar de conquistarme.
- Por más que trates de convencerme, yo nací para amarte.

jueves, 4 de junio de 2009

Autómata

Son las 06:45 horas cuando, igual que todos los días, el despertador retumba en la habitación. Como un autómata estiro mi mano izquierda y de un certero y repetido movimiento consigo hacer que se calle. Con la derecha retiro las sábanas, que arrugadas y templadas de la noche cubren mi cuerpo y de un impulso me quedo sentado en la cama.
Dando tumbos y sin abrir los ojos voy desperdigando las piezas del pijama por le pasillo hasta que, ya desnudo, alcanzo la ducha. Mientras pulso el disparador del gel, con la mano derecha me cepillo los dientes.
De manera mecánica y una vez seco me pongo los calcetines y el calzoncillo antes de aplicarme desodorante, crema hidratante, gomina y perfume. Pantalón, cinturón, camisa y finalmente anudar la corbata.
Todavía somnoliento bajo las escaleras hasta el sótano donde escojo unos zapatos a juego con el cinturón. Ya en el exterior saludo al perro y monto en el coche. Al darle al contacto se enciende la radio “qué raro, hoy no están dando las noticias”. Marcha atrás y sin mirar dirijo el mando a distancia hacia el portón hasta que éste se abre. Espero a que el portón se cierre por si el perro se escapa. Todo en orden.
El recorrido al trabajo, por repetido, es conocido.
Cuando llevo varios kilómetros recorridos observo desconcertado que hay pocos coches en la carretera. Me despierto definitivamente, “¿qué día es hoy? – ¡Mierda¡ hoy es sábado: no trabajo”.