sábado, 31 de enero de 2009

Reflexionando juntos

Después de esto nada sería igual. La coartada perfecta, el sitio ideal, sin huellas, sin espacios para la improvisación. Todo había salido bien, excepto algún pequeño detalle. Jugué con la diosa fortuna y la mano ganadora. Me ajusté el nudo de la corbata, estiré los hombros para amoldar la americana a mis espaldas y abrí la puerta. El impetuoso sol matutino hizo que mi ceño se frunciera más de lo habitual. Cuando conseguí encuadrar mi mirada todo se vino abajo: estaban allí…


Quisiera concocer qué os sugiere este relato. ¿Alguien se anima a decirme qué le ha pasado a nuestro personaje misterioso?

miércoles, 21 de enero de 2009

Los siete pecados capitales III: Lujuria



Es curioso comprobar como un simple reloj, un informal perfume o un modesto licor, es capaz de ponerme como una ninfómana en el corredor de la muerte....

lunes, 12 de enero de 2009

Los siete pecados capitales II: Envidia

Siento envidia del jubilado que, vanidoso, puede permitirse el lujo de perder el tiempo.

Tengo envidia de la sonrisa soberbia del millonario solidario. Del estilo inmaculado de James Bond, del Cirujano que extirpa un tumor y del creyente que no siente dolor ante la pérdida de un ser querido.

Siento envidia del vuelo hercúleo de un Aguila Real y de la templanza de la Gioconda. Envidio el carisma de Obama y la ignorancia de un bebé autista. Envidio al ahorrador, y al que siempre ve el lado positivo. Envidio al imbécil que siempre llevaba un disfraz mejor que el mío y luego se iba con la chica más guapa.

Tengo envidia del que se conforma con ser feliz, y del vecino, que siempre tiene un trabajo mejor que el mío. Envidio al que tiene el pelo rubio y a los morenos con pelo cano. Envidio los ojos verdes y los que comen y no engordan. Envidio al que puede decirle al su padre que le quiere. Envidio al que llora viendo un culebrón, porque en el fondo, es muy feliz.

Y envidio al Duque, porque nadie me ha dicho que sea más guapo que él....

viernes, 2 de enero de 2009

Los siete pecados capitales I: Pereza


A las siete entró en el vestuario. A las siete y cinco estaba vestido con atuendo deportivo, presto a realizar sus semanales sesiones de bicicleta estática. A las siete y diez entró en el gimnasio. Echó un vistazo, nadie conocido. Se sentó en la bicicleta y dio una pedalada. Se bajó.
A las siete y catorce estaba nuevamente en el vestuario. Se dio una ducha y a las siete y veinte estaba nuevamente en el coche. Sentado de vuelta a casa.
No hay nada, como una dura jornada de deporte....