sábado, 31 de mayo de 2008

Sebastian Romero (5)



He salido a dar un paseo por la mañana. Me enfundé un traje negro y camisa blanca con corbata amarilla. Zapatos negros y ganas de reir.
Me he sentado en el parque a observar a la gente, a los niños, a los abuelos, a las madres y a los padres. Incluso a los perros.
Ha empezado a llover y todos corrieron a refugiarse, qué tontos.


Me descalcé los zapatos y quité los calcetines. Apoyé la americana en el banco y me puse de pie sobre él, quité la corbata y la guardé en el bolso. Puse los brazos en cruz y miré al cielo, la lluvia caía sobre mi cara besando mi rostro. Empapaba mi cuerpo antes de que mi alma se volviera más y más dulce. Me quedé quieto riendo, disfrutando, sintiendo la tibieza de la lluvia hasta que mi cuerpo quedó completamente empapado.

La gente empezaba a murmurar y arremolinarse bajo los aleros de los edificios. "Bájate de ahí loco" oí decir a lo lejos.

Bajé mi cara y observé. "Qué sabréis vosotros lo que es disfrutar de la vida".... pensé mientras sonreía y volvía a mirar al cielo.

viernes, 30 de mayo de 2008

Inténtalo

Aunque nunca llegues a alcanzar la estrella
sale ganando quien hace el intento.

Susana Pérez-Alonso en el libro "Nunca Miras mis Manos"

La historia interminable

Mi amiga Lúcida me ha propuesto un reto y no puedo decir no. Ahí van las reglas.

1. Cada persona pondrá el nombre de su blog delante de sus frases.
2. Enviará la historia a dos personas.
3. Las siguientes personas, al copiar el post, borrarán las direcciones de blog puestas, harán sus líneas y se las mandarán a otras dos, así sucesivamente.
4. No se puede devolver el post a la persona que te lo envió.
5. Y si te vuelve a tocar, no se la puedes enviar a la misma persona que se la enviaste
6. El blog número 100 terminará la historia y se la mandará al email leinad19xico@hotmail.com.
7. Si tenéis alguna duda ya sabéis donde localizarme.
8. ¡Ah! Última y muy importante regla, la persona a la que aviséis de que es la siguiente, sólo tiene un día para coger el relevo, si en un día no lo ha hecho no vale, y se lo tenéis que comunicar y cambiar de blog.Si esto sale bien, durará un máximo de 100 días y serán unas 1000 frases. El responsable de la idea es http://www.melees.blogspot.com/

Éste es el relato:
LA HISTORIA INTERMINABLE
Era impensable, no me lo podía creer, mi mente daba vueltas una y otra vez y no conseguía ser consciente de lo que había pasado, ya no había vuelta atrás, era todo tan confuso.Miré durante unos instantes el martillo ensangrentado, lo envolví en un paño que encontré en el primer cajón de la cómoda y lo escondí en el fondo del armario. A los tres minutos me encontraba en la calle, necesitaba airearme, pensar...En aquellos momentos mi mente aún no estaba preparada para ello... el aire gélido de la mañana cortaba mi rostro como un cuchillo acerado, aún sentía en mi pecho el ritmo acelerado de mi corazón sobresaltado por los espeluznantes hechos que había, en fracciones de segundo, vivido... Aún no podía explicarme cómo demonios había llegado el martillo hasta mis manos y porqué reaccioné de la forma tan brutal como lo hice... Sólo sé que había acabado todo, que era el fin de mi tortura y el comienzo de una vida mejor.Por primera vez, me sentí libre. Había logrado lo que estaba deseando hace mucho tiempo. ¿O realmente yo no lo había deseado nunca? Solamente las circunstancias me habían hecho llegar a aquel extremo en el que me encontraba.No, seguro que detrás de todo aquello había una fuerza misteriosa que me apoyaba. La pregunta era ¿Por que? Sacudí la cabeza.No me debía engañar por mas tiempo, no, yo ya se mi verdad, pero al estar dormitando tantos segundos de mi vida me va a costar despedazarla. Tal vez, la bruja de mi suegra no merecía brecha de tales dimensiones en su cráneo. Sin embargo, por una vez, creía haber hecho lo correcto.Por otra parte si yo no la hubiese atacado a ella quizás ahora sería yo la víctima. Porqué a decir verdad la relación con mi suegra siempre había sido de amor-odio. Pero ya había pasado todo y no era hora de pensar en "si hubiera sido de otra forma". Ahora tenía que explicarle a mi pequeña hija Andrea que ya no vería más a su malvada y querida abuelita.Sentí un ruido lejano, parecían las agujas de un reloj y esto hizo que me sobresaltara. Estaba un poco aturdida, ¿se trataba sólo de un mal sueño? Me dirigí al último cajón donde creía haberlo guardado y toqué algo frío y húmedo. Algo extrañamente húmedo en un cajón. Retiré la mano instantáneamente, me asusté, aquel objeto no me resultaba familiar, pero la duda me carcomía por dentro. La eterna lucha entre la curiosidad y la prudencia, pues yo, en el fondo, sabía que debería cerrar ese cajón para siempre y olvidarme de lo que había tocado, pero no fui capaz de resistirme y volví a introducir temblorosamente la mano. Mientras cientos de instantes paseaban fugazmente por mi cabeza, pensé que lo tenía todo embrollado, estaba perdida. Me había metido en un montón de negocios insensatos en lugar de pensarlos despacio y con método. Las facturas de los gastos de mi propia casa y de mis aventuras en el juego se acumulaban hasta el infinito.........Suspiré y me dispuse a esconder todos los rastros de mi acto. He de limpiarlo todo antes de que lleguen mi marido y mi hijo. Arrastré el cadáver hacia la bañera de la planta de abajo. Una sonrisa fugaz asomó en mi rostro cuando pensé que, a pesar de que tenía a mi suegra por una cabeza dura, su cráneo se rompió con bastante facilidad. Supongo que casi cualquier cosa se rompería con facilidad con un martillo de acero tan pesado.Lo primero era decidir que hacer con el cadáver, tenía varias opciones para deshacerme del cuerpo, pero debía pensar con calma, cuál sería la que contaba con menos posibilidades de no ser descubierta por la policía. También debía buscarme una coartada, mi suegra estaba de visita y muchos familiares lo sabían. Pero lo primero es lo primero, hacerla desaparecer.Barajando varias posibilidades, al final he decidido descuartizarla en la bañera, para después tirar sus restos en varios contenedores, para ello me iré a otra ciudad y puede que a otra provincia, tengo que echarlos a los de basura orgánica y la trituradoras de basura harán el resto. Creo que esa es la mejor solución por ahora.Pero, ¡mierda!, ¿cómo coño iba a descuartizarla si no tenía ninguna sierra? Afortunadamente, una bombillita iluminó mi azorado cerebro. Fui corriendo hasta la cocina y rebusqué en uno de los armarios. ¡Bingo! Siempre supe que los cuchillos de la Teletienda acabarían por servirme para algo. Ahora sólo faltaba comprobar si realmente eran capaces de cortar cualquier cosa, como afirmaba muy ufano el chinito que los anunciaba. Volví al cuarto de baño con mis instrumentos de trabajo y comencé la ardua y repugnante tarea. Con paciencia y esmero, con una exactitud pasmosa gracias a un interesante libro forense de un familiar, empecé a despedazar la rodilla. Introduje el punzante objeto contundentemente, el carnicero lo hacía, y no parecía muy difícil.
Tras varios cortes, me vi sorprendida por la frialdad de mis actos, mis ojos se centraron en la sangre que todo lo inundaba y por primera vez fui realmente consciente de lo que estaba haciendo. Giré la cabeza hacia el inodoro y vomité. Sin poder mirar la bañera me senté en el suelo a llorar.

Sommer:Qué carajo, nada de lamentos. A lo hecho pecho. Lo verdaderamente importante ahora es no dejar rastro. Si viajo a varias ciudades malgastaré el tiempo que no tengo. Creo que lo mejor será triturarlo y hacer amburguesas para el perro. Quizá hasta yo me pueda comer alguna.

Me gustaría que Poledra y Jorge continuasen con el relato, si no tienen objeción alguna.

miércoles, 28 de mayo de 2008

El semáforo

De vuelta a casa tras una tarde en la sauna, detengo mi coche en un semáforo. Emitiendo un bostezo progresivo, giro mi cabeza observando sin mirar con un movimiento mecánico y monótono.

No entiendo por qué, pero siempre que me detengo en un semáforo miro a mi alrededor a observar el comportamiento de quienes me acompañan en la espera.

Y hoy le vi.

Se trataba de un hombre ya maduro, curtido en madrugones. No alcancé a ver qué ropa llevaba puesta, porque la ventanilla de la camioneta en la que iba me lo impedía. Portaba en su oreja un lapicero de carpintero y entre su oido y el hombro iba un teléfono por el que, por sus gestos exagerados, iba hablando. Mientras esto ocurría iba cubriendo, apoyado en el volante, un parte de asistencia, seguramente de la visita anterior. Gotas de sudor caían por su frente.

El semáforo se puso en verde, tiró la carpeta donde apoyaba el parte de asistencia, todavía sin cubrir, cogió el teléfono con su mano izquierda y con la derecha empezó a meter las marchas del coche.

Yo sonreí y reanudé la marcha mientras pensaba "me encanta mi trabajo".

viernes, 23 de mayo de 2008

Eran otros tiempos


Ahí estamos mis hermanos y yo, en el año 1976 celebrando el primer cumpleaños de mi hermano, el rubio.

Eran tiempos del Un, Dos, Tres y de Hombre rico-hombre pobre en la televisión. En invierno nos íbamos a la cama cuando en la tele empezaba la música de Estudio Estadio, o en su defecto cuando salían dos rombos en la parte superior del aparato.

Vivíamos en un piso con los visillos horteras y jerseys de cuello cisne, como se llevaba en la época. Nuestro pelo era a lo "bacinilla" ya que no existía la gomina.
Viajábamos en el coche normalmente de rodillas, mirando por el espejo trasero y haciendo burla a los conductores que nos perseguían, porque, que yo recuerde, no había cinturones de seguridad, ni airbag.

Veíamos en la tele por las tardes a Don Pinpom y a Espinete en Barrio Sésamo, porque no había Shin-Chan.

Era la época de andar en bicicleta sin casco y sin manos. Nos dábamos unas buenas hostias, pero no pasaba nada. Jugábamos en la calle desde por la mañana y sólo volvíamos a casa cuando las luces de la calle se encendían. No estábamos localizados, porque no existían los móviles.

Leíamos tebeos, porque no existían la play-station ni la PSP. Comíamos golosinas y no había obesos. Como mucho había algún gordo y punto.

En definitiva, tuvimos la suerte de crecer jugando y divirtiéndonos. Rompiéndonos huesos y arañándonos las rodillas, bebiendo agua directamente del grifo, sin filtros, sin chorradas.

Y doy fe de que crecimos felices y sobre todo, sanos. Viendo cómo viven los niños de hoy en día, todavía me pregunto cómo nosotros fuimos capaces de sobrevivir a aquella época.

martes, 13 de mayo de 2008

Me voy, ahora si.

Mientras escribo, lloro.

Se que esta es una despedida, la definitiva. La primera vez volví a casa sin saber muy bien por qué, pero volví. La segunda me fuiste a buscar a casa de mis padres, y también volví. Siempre me recibías solícito y complaciente. Con tu careta de niño pecoso me adornabas con besos y atenciones desmedidas y mi alma ingenua se rendía sumisa.

Pero pronto aflojabas la goma y tu careta volvía al cajón. Mi ingenuidad se iba por la ventana pero yo me quedaba a recibir tus embistes por no saltar con ella.

Son demasiados años, mi amor. Son demasiados golpes. Te quiero tanto que no quiero que sufras más por mi.

No hace falta que me mates. Ya lo hago yo por ti.

"A todas las mujeres maltratadas"

miércoles, 7 de mayo de 2008

Sebastian Romero (4)

Hace siete días me levanté sobresaltado. No entiendo por qué, pero estaba sucio. Me di una ducha para sacarme la suciedad, pero no salía. Me eché la colonia que mi madre me regaló en reyes y me puse una camisa blanca con el pantalón de las bodas. Bajé a la calle con mi MP4 escuchando a Calamaro. Fuí al banco y pedí que me dieran seiscientas pesetas. El gilipollas de la caja me dijo que sólo había Euros. Y a mi qué cojones me importa, yo quería seiscientas pesetas y no estaba dispuesto a irme sin ellas.

Cuando un tipo con uniforme y tolete preguntó al cajero si todo iba bien comprobé que mi camisa ya no era tan blanca. Decidí volver a casa sin mis seiscientas pesetas. Me volví a duchar y me puse una camisa azul. Puse a Calamaro en la cadena musical a todo volumen: que se joda la vecina.
"Mierda, la camisa está también sucia". Me volví a duchar y me puse una camisa roja con rayas blancas. Decidí que iría a la cafetería de Blas a desayunar, pero antes debía darme una ducha porque la camisa estaba sucia.

Una vez me duché y me puse la camisa verde bajé por las escaleras, porque ultimamente el ascensor huele mal. Desde la cafetería llamé a mi madre por teléfono y le dije que mi armario tenía un problema porque todas las camisas estaban sucias. Me dijo que volviera para casa que comería conmigo.

Volví y me duché porque la camisa verde tenía una mancha en la solapa. Me puse una camisa negra que me queda muy bien.

Mi madre llegó acompañada de los tipos de blanco de siempre. Después de discutir con mi madre los muchachos con cara de susto, me pidieron que les acompañara. Les pedí que me dejaran ducharme antes de salir. Así lo hice y me puse el traje azul.

Desde ese día estoy ingresado en el hospital. Me dan pastillas hasta que me quedo gilipollas perdido. Pero lo que no saben es que soy plenamente consciente de lo que están haciendo. Tarde o temprano me tendrán que dejar salir. Yo estoy bien. Sólo necesito mi MP4 para escuchar a Calamaro.

domingo, 4 de mayo de 2008

Becquer

«Qué es poesía?» –dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
«Qué es poesía?» ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

viernes, 2 de mayo de 2008

El niño que daba ostias

Hace unas semanas caminaba por mi ciudad cuando a lo lejos adiviné la silueta de dos niños de unos seis o siete años jugando con un balón de fútbol utilizando como portería un portón de un garaje.

"Qué bueno, como yo hacía ya hace veinticinco años", pensé.

De pronto la pelota sale despedida hacia donde yo estoy. La paro con la planta del pie y empiezo a darle unos toques con mis pies emulando a Pelé.

Uno de los niños se dirige hacia mi y me dice:

- Oye tío o me das el balón o te doy una ostia.

Definitivamente los tiempos cambian...

jueves, 1 de mayo de 2008

Mamelucos y el 2 de mayo

Mañana se cumplen doscientos años del levantamiento de la ciudad de Madrid contra los franceses en lo que fue el comienzo de la guerra de la independencia española contra Napoleón.
Pues sí señores, España también tuvo una guerra de la independencia como otros muchos. Aunque la nuestra fue, a todas luces, una guerra desigual. Nació en Madrid, casi sin querer, cuando cientos de ciudadanos salieron a la calle a luchar con lo único que tenían: las uñas y unas pocas navajas.
En frente un ejército francés formado fundamentalmente por mamelucos (exclavos turcos, eslavos, rusos que se pusieron a las órdenes forzosas de Napoleón) cargados de sables y cañones hasta las entrañas.

Todo nació ahí. No fue difícil para los soldados franceses repeler la guerra callejera ya que el bando rebelde estaba formado por mujeres, hombres y niños luchando con navajas, tijeras, palos y lo que encontrasen contra un ejército preparado para la guerra. El ejército español permaneció impasible ante el levantamiento. Solo dos militares, Daoiz y Velarde se unieron a la rebelión, abieron las puertas de su cuartel y dieron armas a los 4.000 mataos madrileños. Evidentemente los dos militares murieron ese mismo día, pero se convirtieron en símbolo del levantamiento español, y todavía hoy en día existen calles y estatuas en todo el territorio español ensalzando sus figuras.

Poco tardó el ejército frances en terminar con la revuelta. Los mamelucos a caballo clavaban su sable en cualquier cuerpo que encontrasen a su camino, daba igual que fuesen niños, putas, mendigos u hombres con navaja.

LA CARGA DE LOS MAMELUCOS, Goya



Los fusilamientos al día siguiente (el cuadro "fusilamientos del 3 de mayo" de Goya representa lo que fue ese día) pusieron fin al levantamiento

Pero lo que empezó como un levantamiento ciudadano supuso el comienzo de una posterior guerra que terminó seis años después con la derrota de los franceses a manos españolas y la instauración del antiguo régimen de Fernando VII. Fue nuestra guerra de la independencia.

En fin, una de muchas...