El Dr. Durán tuvo a bien interrumpir el nocturno de Chopin, lo que, en otras circunstancias hubiese sido suficiente para escupirle los zapatos, pero en ese momento, incomprensiblemente sólo me fastidió.
- Sebastián, háblame de amor ¿has amado a alguna mujer?
- Joder Dr. Durán. Ya vuelve usted con las mariconadas.
- Venga Sebastián, por favor, hazme caso. Habla.
- En fin... Sólo he amado a una mujer en mi vida y creo que nunca existirá nadie como ella.
- ¿Por qué no estáis juntos?
- No era perfecta.
- Por Dios Sebastian, nadie es perfecto. ¿Echas algo de menos de ella?
- Echo de menos la manera en que me miraba mientras yo desayunaba. Extraño su voz cuando cantaba a Rafaela Carrá bajo la ducha. El ruido disimulado de sus tacones en el parquet de madrugada. La forma de quitarse los pendientes y de ponerse un collar. Cuando colocaba su lacio pelo detrás de sus perfectas orejas. Echo de menos sus estornudos después de llegar a un orgasmo, el olor a Nenuco de su cuello y la suave textura de su bruna piel.
Echo de menos la dulzura con la que me masajeaba los hombros, lo mal que sabían sus huevos fritos y lo que me molestaba sentir sus pies frios bajo la cama. Echo de menos sus besos, sus zalamerías y sus enfados. Echo de menos sus arrebatos de mimos cuando me comía sus horrorosas lentejas avinagradas. Echo de menos sus lágrimas al ver Love Story y su hortera gorro de lana verde. Añoro el tacto de sus calcetines en agosto y el bikini rojo que poco tapaba.
Por lo demás no me acuerdo de ella....
- ¿Que pasó? ¿Por que lo dejásteis?
- La maté...
- Sebastián, por Dios. Estoy hablando en serio. Si quieres que te ayude, no puedes mentirme.
- Dr. Durán, ha terminado mi turno.
- Podemos alargar la terapia cinco minutos. No hemos terminado.
- Por hoy si Dr. Durán, por hoy si....