jueves, 28 de febrero de 2008
Seda
El único libro que he leído que no es triste pero tiene lágrimas, que no es alegre pero sonríes, no es una novela rosa pero está cargada de amor, no es una historia bélica, pero hay guerra. Es una novela simple pero a la vez compleja. No es una fábula, pero tiene mensaje.
Es un compendio de belleza y elegancia, narrado con un lenguaje tan cercano, tan sencillo que no pude parar hasta terminar sus 120 páginas. Y cuando terminé me quedé sentado un buen rato, casi sin pestañear, pensando, como todos los miércoles, pero como nunca antes lo había hecho...
Desde aquí no os recomiendo, os ruego que, si no lo habéis hecho ya, leáis el libro.
Se titula “SEDA” y está escrito por Alessandro Baricco.
domingo, 24 de febrero de 2008
Dejarse llevar (2)
Si algo tenía claro, es que no era una cobarde, siempre había sido independiente, decidida, insensata sí, pero valiente.
Lo fu cuando se fue de casa después de una de las multiples palizas que su padre le propinaba. No dijo donde iba, ni siquiera a su madre, aun sabiendo que seguramente ella recibiría el mismo castigo por guardar un secreto que ni siquiera conocía.
Lo fue cuando decidió abortar enfrentándose a su novio abogado, porque era consciente que era una inconsciente y en esas condiciones lo que menos necesitaba era ser madre.
Se abrigó un poco y emprendió el camino hacia casa. El frío en el dique era húmedo y seco a la vez. Era un frío helado, un frío aterrador, un frío asesino.
¿Y si se quedaba a dormir en el dique?... quizá el cansancio llegara a su cuerpo recordando los pocos momentos felices de su vida, el frío se apoderaría de su cerebro, se congelaría la sangre, poco a poco su tensión arterial bajaría e iría perdiendo la conciencia.... seguro que no se despertaría...
Pero no, tampoco esa es manera de saber si existe la reencarnación...
jueves, 21 de febrero de 2008
El disfraz
Por primera vez, al menos que yo lo recuerde, se podía ir disfrazado a la fiesta. Claro, os podéis imaginar el revuelo que había en el colegio, con todos los niños pensando de qué iban a ir disfrazados. No era obligatorio ir disfrazado, pero a tenor del jolgorio pre-
festivo, parecía casi un sacrilegio no hacerlo.
Así que durante varios días estuve tanteando a mis padres la posibilidad de que me compraran un disfraz. No importaba de que fuese, de Zorro, de Superman, hasta de bailarina hubiese aceptado.
El hecho es que se fue acercando la fecha y mi disfraz no llegaba. El mismo día asumí con resignación que iría a la fiesta sin disfraz. Supongo que mi error estuvo en no decirle a mis padres la ilusión que me hacía ir disfrazado.
Mi tía Conchi, que era la que nos iba a llevar a la fiesta, debió percibir en mi gesto cierta desilusión y antes de partir me cogió de la mano y me subió a su casa.
- Vamos a ver si encontramos algo con qué disfrazarte. Los disfraces artesanales son los mejores. Ya verás que guapo vas.
Así, estuvo un rato buscando en un armario. Sacó, finalmente, un pantalón vaquero de campana y una camisa de cuadros, tipo leñador. Me mojó el pelo y me echó bote y medio de laca.
- Ahí está mi Jonh Travolta, me dijo....
Me miré en el espejo y sonreí. Joder, parecía estar viendo bolas de luces a mi alrededor y mis pies parecían querer bailar. Realmente me sentía dentro de una discoteca siendo el foco de atención.
No os podéis imaginar el trayecto que hice desde mi casa hasta la fiesta. Miraba a todo el mundo esperando que ellos hicieran lo mismo. Deseaba que todos supiesen que yo era Jonh Travolta. Joder, cuando llegase a la fiesta, todos iban a quedar con la boca abierta....
Así que llegué a la fiesta. Y de los doscientos niños que había disfrazados, yo sólo vi a mi amigo Adrián. Iba espectacular, con un traje de cuero negro, una camisa blanca con los cuellos subidos y el pelo con tupé engominado. Creo que llevaba hasta botas de punta negras.
Me vió y vino a saludarme.
- Hola Enrique, voy de Jonh Travolta en fiebre del sábado noche, ¿y tú?
Dios, no puede ser.....
- Yo no voy disfrazado, acerté a contestar.....
Creo que desde ese día, odio el carnaval....
viernes, 15 de febrero de 2008
A mi padre
Pisaste, soberano, tierras montañosas creyendo encontrar llanuras.
Viviste intenso y moriste pleno.
Quisiste cantar cuando nadie escuchaba y descansaste cuando no estabas, todavía, cansado.
Viviste...
Y dejaste en el camino huellas imborrables.
Nos quisiste, lo se. Nos quisiste, lo sentí.
Dejaste en el intento deberes sin hacer, besos que dar y visitas que cumplir.
Te fuiste, honrado, porque pensabas volver
aun sabiendo que el camino se borraba tras tus pasos.
Y te quise, aunque no supe demostrártelo.
Y me guardaré, resignado, los besos que eran tuyos,
los abrazos que, egoista, no te di.
Y aquí se queda mi arrepentimiento
y mis ilusiones futuras.
Pero también mi apellido, el tuyo, el nuestro.
Pero también el recuerdo, de tus chistes, de tus momentos
de tu manera de demostrar afecto
de tu manera de ser especial
de la forma de hacer que te quisiésemos.
Me quedo, enjuto, al mando de una nave que me queda grande
tripulando un apellido que hiciste tuyo,
que era tuyo....
Te fuiste, papá, porque no quisiste quedarte...
.
domingo, 10 de febrero de 2008
Una vida nueva...
Odiaba a su jefe, no aguantaba sus continuos cambios de humor, la facilidad con la que escupía improperios por el mero hecho de pagar su nómina.
Se sentó a la sombra de un álamo en el Retiro. Siempre solía encontrar alguien especial a quien fotografiar. Se fijó en un niño que jugaba solo con una peonza. Cusioso, pensó. En los tiempos que corren es extraño ver los juegos de antes.... Pero no, no era lo que buscaba....
Una mujer embarazada de 14 meses a juzgar por su tremenda barriga, un sudamericano que imitaba a Cantinflas a cambio de unos pocos céntimos, una señora vestida de estatua de la liberad haciendo mimo... No, nada valía....
¿Por qué tenía que aguantar a su jefe?. Había estudiado Económas y hecho un MBA, a cambio de 1.400 € al mes a 85 kilómetros de su casa. El horario no estaba mal, pero su jefe era insoportable....
Una anciana se sentó en un banco contiguo y se puso a leer un libro, del que ya le quedaban muy pocas páginas. "Sobre la muerte y los moribundos" de Elizabeth Kubler Ross, alcanzó a leer desde donde estaba. Se fijó en ella durante unos instantes y observó con sorpresa como las lágrimas le empezaban a arrollar por sus arrugadas mejillas.
Disparó tres o cuatro fotos. Las vió y pensó que serían merecedoras de un Pulitzer.
Se acercó a la anciana y se sentó a su lado, sin decir nada, sólo a observar. Ella apuró las últimas páginas del libro llorando como una niña. Cerró el libro y sus ojos al mismo tiempo y así se quedó durante unos minutos con las palmas de la mano posadas sobre el libro anaranjado. Luego se levantó, le dirigió una breve sonrisa y se fue...
Él se quedó un rato sentado en el banco. En un instante decidió dejar el trabajo, empezar nuevamente. No aguantaba más a su jefe. Miró las fotos, nunca había conseguido unas fotos tan perfectas... Antes de levantarse del banco, las borró...
jueves, 7 de febrero de 2008
Te veo como un temblor
miércoles, 6 de febrero de 2008
Cerler


Y subimos y bajamos, y volvimos a bajar. Disfrutamos y bailamos al son de la nieve, refrescamos nuestros anhelos al frío de la montaña y giramos en nuestros esquís dibujando caprichosos contornos.
Mientras dormía Cerler, Benasque reponía energías al ritmo de góndola veneciana.
Del gesto de capitan del Ciria nos aprovechamos para compartir más si cabe. Alcoba y aseo, sin mariconadas, eso si. y pudimos ser seis en lugar de tres más tres.
Y volvió Cerler, mas gris que el dìa anterior pero igual de blanco. Y volvió Cerler cuando todos queríamos que volviera. Y volvimos a danzar deslizando, y volvimos a reir danzando, y volvimos a deslizar riendo.
Con sopa de cebolla, parrilla y Somontano nos recibió Benasque y nos despidió a la mañana siguiente con Bacon y Donuts. Era nuestro último día y caprichosa la estación lloró nieve por nuestra despedida. Y allí estábamos limpiando con nuestros esquís las lágrimas de nieve recien caidas. Y Javi, Jandro, Tomás, Iván, Carlos y Kike disfrutando de cada metro, de cada giro, de cada remonte, de cada relieve...
Y se fué Cerler entre riscos y montañas escarpadas, pero volverá...
viernes, 1 de febrero de 2008
Dejarse llevar
Luego trabajó como azafata de congresos. Su físico la acompañaba pero su cabeza no. Odiaba los trajes azules con pañuelo en la garganta, zapato de tacón, sonrisas forzadas y posturas incómodas.
Preparó oposiciones, se apuntó al ejército, quiso formar parte de las juventudes socialistas, supo que se sentía haciendo el amor con otra mujer, tuvo dos abortos, fue fichada por la policía por llevar encima varios gramos de hachis para fumarse a porros en el sótano de los padres de Sara.
Esnifó cocaína con Gabriel, robó un bote de Loewe en el Corte Inglés, se fue gratis a Amsterdan con una organización filial de Grennpeace... en general cosas que hace la gente joven, pensó...
Y ahora estaba allí, sentada en el dique, mirando al mar, reflexionando. Estaba sóla lo que le ayudaba a pensar mejor ¡que carajo!, ¿quién iba a estar allí un martes a las 2 de la madrugada?. Siempre se distraía con cualquier movimiento. Cuando estudiaba le distraía el movimiento de una hormiga, le seguía el rastro por donde fuese hasta que se descubría sorprendida buscándola debajo del sofá. Claro, así siempre era difícil aprobar.
Pensó que quizá pudiese ser veterinaria, pero no... para eso había que estudiar mucho. Tal vez no sería buena idea. Quizá en otra vida...
¿Existiría la reencarnación? si fuese así quizá lo más sensato sería tirarse al mar, cerrar los ojos y esperar...